LA FALAZ IDEOLOGÍA DEL RACISMO

El racismo es una ideología que bien podríamos enmarcar dentro de la “Cultura de la muerte”. Sienta sus bases en dos elementos claves de la modernidad. Por una parte la ruptura religiosa que se produce en la Europa del Renacimiento como consecuencia del protestantismo. Y por otra la ruptura antropológica que el pensamiento ilustrado del siglo XVIII produce con su idea de progreso humano. Estos dos elementos confluyen en el siglo XIX para constituir una de las peores ideologías del inhumanismo: el racismo.
Sus rasgos más importantes serían los siguientes.
1. Los seres humanos se dividen, fundamentalmente en razas.
2. Existe una correspondencia entre los rasgos físicos y morales de cada raza. Cada raza se define por una serie de características inmutables, que son transmitidos hereditariamente. Estos rasgos heredados no se limitan tan solo a los rasgos físicos, sino que incluyen también las aptitudes y actitudes psicológicas, que son las que generan las diferencias culturales entre las naciones.
3. Existe una jerarquía entre las razas, siendo la raza aria superior a las demás. Esta superioridad no proviene del individuo sino del grupo o colectivo. Por ello en cada raza son determinantes el conjunto de seres superiores, “bellos y moralmente perfectos” que actúan como colectivo y transmiten su superioridad al resto.
4. Las razas superiores se “degeneran” al contacto con las inferiores. La mezcla de razas contribuye a diluir la esencia de los grupos superiores ya que la sangre se va degradando en las sucesivas “aleaciones”.
5. La historia no es más que la lucha de las razas en las que las superiores dominan sobre las inferiores. La práctica política es el lugar de aplicación de las tesis racistas.

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1.1. El racismo: una ideología de la modernidad

Durante el siglo XIX y la primera mitad del s. XX tiene lugar en el mundo una de las páginas más vergonzosas de la historia contemporánea y que han marcado las relaciones entre las culturas y las naciones de nuestro tiempo presente.
El racismo es una ideología que bien podríamos enmarcar dentro de la “Cultura de la muerte”. Sienta sus bases en dos elementos claves de la modernidad. Por una parte la ruptura religiosa que se produce en la Europa del Renacimiento como consecuencia del protestantismo. Calvino, Lutero y otros reformadores creen en la predestinación, una teología en la que la salvación eterna se destina a unos pocos elegidos por Dios. Consecuencia de esta visión maniquea del ser humano, los individuos, las sociedades y las naciones serán llamadas, unas a salvarse, mientras que el resto estarán predestinadas a la condenación. El pensamiento protestante tiene una concepción profundamente pesimista del hombre y lo humano. Su antropología se basa en que el pecado original corrompe esencialmente al hombre en su naturaleza. No hay lugar para la gracia pues sólo Dios salva. Ante este panorama, sólo el Estado puede con sus leyes devolver la paz a la sociedad. Esta situación de corrupción continua en que viven los hombres será el germen de lo que los racistas del s. XIX llamarán “decadencia de la civilización occidental” consecuencia del contacto de esta con “elementos indeseables” de otras civilizaciones, corrompidos por el vicio y las malas costumbres.
El otro elemento esencial en la génesis del pensamiento racista es la ruptura antropológica que el pensamiento ilustrado del siglo XVIII produce con su idea de progreso humano. No cabe buscar una salvación después de la muerte, sino que el laicismo pregona una salvación ya en la tierra a través del progreso. Este progreso se definirá como un proceso de perfeccionamiento biológico, cultural y moral de las sociedades. El progreso se convierte en la nueva religión laica, fuera de la cual, no existe salvación.
Estos dos elementos confluyen en el siglo XIX para constituir una de las peores ideologías del inhumanismo: el racismo. Sus rasgos más importantes serían los siguientes.
1. Los seres humanos se dividen, fundamentalmente en razas. El factor raza adquiere así una importancia antropológica decisiva.
2. Existe una correspondencia entre los rasgos físicos y morales de cada raza. Cada raza se define por una serie de características inmutables, que son transmitidos hereditariamente. Estos rasgos heredados no se limitan tan solo a los rasgos físicos, sino que incluyen también las aptitudes y actitudes psicológicas, que son las que generan las diferencias culturales entre las naciones.
3. Existe una jerarquía entre las razas, siendo la raza aria superior a las demás. Esta superioridad no proviene del individuo sino del grupo o colectivo. Por ello en cada raza son determinantes el conjunto de seres superiores, “bellos y moralmente perfectos” que actúan como colectivo y transmiten su superioridad al resto.
4. Las razas superiores se “degeneran” al contacto con las inferiores. La mezcla de razas contribuye a diluir la esencia de los grupos superiores ya que la sangre se va degradando en las sucesivas “aleaciones”.
5. Acción del grupo sobre el individuo: La individualización de las personas no existe aquí: la persona es lo que su grupo "racial" de pertenecencia es. La diferenciación al interior de la raza no existe según la concepción racialista.
6. La historia no es más que la lucha de las razas en las que las superiores dominan sobre las inferiores. La práctica política es el lugar de aplicación de las tesis racistas. Rudolf Hess diría que “El Nacional Socialismo no es otra cosa que la biología aplicada”.
Por todo ello el racismo encontró su caldo ideológico en los países donde se había desarrollado el protestantismo y el liberalismo.
Una de las primeras veces que aparece el término racismo en círculos académicos para referirse al dogma de la superioridad de unas razas sobre otras, es en la obra de la antropóloga Ruth Benedict Race and Racism (1942). En los siguientes años, el término se irá asociando a las políticas segregacionistas de los Estados Unidos o al régimen de Apartheid en Sudáfrica. Benedict afirma que el racismo es una religión establecida sobre una concepción naturalista del mundo. Ella propone que el racismo es:

"El dogma de que un grupo étnico está condenado por la Naturaleza a una inferioridad, y otro grupo está destinado a una superioridad hereditaria. Es el dogma de que la esperanza de la civilización depende de la eliminación de algunas razas y del mantenimiento de otras en estado de pureza". Ruth Benedict

Robert Miles critica las nuevas formas de neorracismo que trasladan la doctrina de la raza a la cultura, sustituyendo la pureza racial, por las “autenticidad de la identidad cultural”. Para él el neorracismo esta sustituyendo la biologización por la culturalización. Miles define de esta manera el racismo:

“El concepto de racismo es una ideología. Funciona atribuyendo significados a ciertas características fenotípicas y/o genéticas, que crea un sistema de categorización y atribuye unas características adicionales a las personas encuadradas en esa categoría”. Robert Miles. Racism and Migrant Labour. Londres 1989.

Como vemos, en lo que coinciden todos los investigadores en el que racismo es una ideología, que como toda ideología no es un simple sistema de pensamiento, sino una concepción del mundo, que movida por una voluntad de poder, busca imponerse a toda costa. Las ideologías no persiguen alumbrar la verdad, sino hacerse con el poder en lo político y lo cultural. Por eso, si es beneficioso para la propia voluntad de poder cambiar los hechos, se cambian. El racismo es un conjunto de doctrinas que surgen en un momento específico de la historia: la modernidad, más en concreto durante la Ilustración, que se iran desarrollando durante el siglo XIX incorporando datos de las ciencias positivas, y que alcanza su apogeo con la aplicación del racismo en la política del nacionalsocialismo.
El historiador Tzvetan Todorov (1939 - ), premio Principe de Asturias de ciencias sociales en 2008, define de esta manera el racismo:

“La doctrina racista es aquella elaboración intelectual relativa a la existencia y comportamiento de las razas humanas que se desarrolla desde mediados del siglo XVIII, al principio promovida por la ciencia natural, y más tarde acompañada por prácticamente todas las disciplinas del pensamiento y el saber humano, como biólogos, anatomistas, filósofos, etólogos o filólogos, que llega a su apogeo y derrumbe en el siglo XX al ser utilizada políticamente con nefastas consecuencias”. Todorov (1989).

El concepto de raza no es sino un estereotipo cultural que se basa en la descripción de rasgos externos, color de la piel, pelo, rasgos faciales, constitución anatómica, etc., que fueron por primera vez sistematizados por los científicos de la modernidad.
En la actualidad la base científica del racismo no se puede mantener. Estudios modernos de la genética de poblaciones concluyen que no hay fundamento científico para clasificar a los seres humanos en razas, y mucho menos para establecer una jerraquía entre ellas, ya que la diversidad genética, bioquímica y sanguínea entre individuos de una misma “raza” es incluso mayor que la que pueda existir entre “razas” distintas. El biólogo Carles Lalueza escribe al respecto:

“Se ha descubierto que los seres humanos, considerados en conjunto, son notablemente uniformes desde el punto de vista genético; no hay genes específicos de poblaciones y prácticamente en cada población están representadas todas las variantes genéticas (llamadas alelos) donde es posible localizar un gen. El 99,9% del material genético de dos individuos elegidos al azar es idéntico, y las diferencias se encuentran mayoritariamente en zonas del genoma que no son codificadoras; además, la escasa variación genética existente la encontramos entre individuos de una misma población más que entre individuos de poblaciones diferentes. No hay, consecuentemente, una correspondencia entre divisiones genéticas y clasificaciones raciales tradicionales. […] La biología molecular, por tanto, lejos de reforzar la existencia de razas, constituye el principal adversario de esta hipótesis, por eso, como dice el genetista, Jaume Bertranpetit, de la Universidad Pompeu Fabra, la ciencia es un arma contra el racismo”. Carles Lalueza. Razas, racismo y diversidad (2002)

Sin embargo la doctrina del racismo fue en el pasado ampliamente difundida por grandes intelectuales y científicos.

"Hace más de un siglo la ciencia (...) redescubrió y, se dice, demostró que unos hombres eran distintos a otros, que esta diferencia se basaba en razones morfológicas y conllevaba una jerarquización y un derecho de opresión de los seres humanos". J. L. Peset (1983, p.9)

Según la filósofa Ana Arendet (1987) durante el s. XIX se crearon varias ideologías, pero solo dos de ellas llegaron a la cima: la que interpreta a la Historia como una lucha económica de clases y la que interpreta a la Historia como una lucha natural de razas. El atractivo de ambas para las grandes masas resultó tan fuerte que obtuvieron el apoyo del Estado y se establecieron como doctrinas oficiales nacionales.

“Pero mucho más allá de las fronteras dentro de las cuales el pensamiento de raza y el pensamiento de clase habían evolucionado hasta llegar a ser normas obligatorias de pensamiento, la libre opinión pública las había adoptado hasta el extremo que nadie aceptaba una interpretación de los hechos del pasado o del presente que no fuera a través de una de estas perspectivas”. H. Arendt. 1987

El racismo es una ideología en la que se da la racionalización de una serie de prejuicios con el objetivo de mantener y sustentar unas situaciones de discriminación y explotación de determinados grupos sociales y culturales a lo largo de los siglos XIX y XX. Esta doctrina de la desigualdad de los seres humanos contrasta con la doctrina de la Iglesia Católica de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos.
La teoría racista es en realidad un culto a la violencia. La raza se convierte en fatalidad contra la que no cabe resistirse; de ahí que no pueda apelarse a un supuesto humanismo, ya que sería contrario a las leyes de la naturaleza según la biopolítica racista. Este pensamiento desemboca en un estado de barbarie y de “Cultura de la muerte”, como muestra el autor nacionalsocialista Ernst Mann en Die Moral der Kraft (La moral de la fuerza):

“Aunque aquel que a consecuencia de su valentía en la lucha por el bien general se ha agenciado una grave lesión o enfermedad, tampoco tiene derecho a cargar como lastre sobre sus semejantes como inválido o enfermo. Si fue valiente para poner su vida en juego en la lucha, debe poseer también la última valentía para terminar con el resto inútil de su vida. El suicidio es el único gesto heróico que queda a los enfermizos y a los débiles”. Ernst Mann. Moral der Karft.

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9.8. La interpretación evolucionista de las religiones

La teoría de la evolución transformó el pensamiento científico y social del s. XIX. Apenas hubo cuestión alguna dentro del ámbito de las ciencias naturales que no se viera afectada por el nuevo paradigma. No es de extrañar que el pensamiento materialista decimonónico tratara de buscar un origen biológico-material a las distintas religiones que evolucionarían en el tiempo.
El primer pensador en elaborar una teoría evolutiva de la religión fue el fundador del positivismo Auguste Comte, quien pretendía ver en las manifestaciones religiosas africanas un primitivismo que les llevaba a adorar ídolos de madera fabricados por ellos mismos. Para esta práctica acuñó el término de fetichismo, que proviene del portugués “feicho” y que se traduce por “cosa hecha por el hombre”. De esta manera pretendía afirmar que los pueblos africanos creaban sus dioses. A la religión fetichista le sucedería el politeísmo y luego necesariamente el monoteísmo. En la actualidad el concepto de fetichismo es rechazado por la antropología por ser confuso y no explicar la gran complejidad de la religiosidad tradicional de estos pueblos.
Otra de las explicaciónes evolutivas de las religiones la realizó el antropólogo escocés James George Frazer (1854-1941). Frazer escribe en 1890 “La rama dorada” en la que habla de un esquema evolutivo del pensamiento a lo largo de la historia de la humanidad en tres etapas: magia, religión y ciencia. En los primeros estadios de civilización predominaría la magia, que progresivamente sería sustituída por la religión. Ésta sería reemplazada, posteriormente por la ciencia, que sería un conocimiento más verdadero, en un proceso evolutivo al que se llegaría en la actualidad con un estado superior de desarrollo del pensamiento y el conocimiento humano. Influido por la conciencia de progreso que surge tras la Ilustración y que impregnaba los ambientes sociales y científicos de la época, Frazer tomó por evidentes dos presupuestos indemostrados: que la historia de la humanidad refleja dicha evolución y progreso, y que la civilización occidental representa la cúspide de dicho proceso de desarrollo.
Otro de los términos desafortunados para referirse a las religiones tradicionales africanas es el de animismo acuñado por el etnólogo evolucionista inglés Edgard Tylor (1832-1917) y que tendrá una gran influencia en autores posteriores. El término apareció por primera vez en un artículo escrito por Tylor en 1866, y más tarde fue desarrollado en su libro “Cultura primitiva” (1871). Para Tylor el fenómeno religioso seguiría una secuencia evolucionista que partiendo del animismo, continuaba con el politeísmo y terminaba con las religiones monoteístas. En todos estos casos; Comte, Frazer y Tylor los estados de religiosidad más primitiva; fetichismo, magia o animismo correspondían a los africanos al ser este el pueblo “menos evolucionado” de todos. Al ser inferiores, su religión debía de ser inferior…
El término animismo deriva de la palabra latina “ánima”, que significa aliento, aliento de vida, y que por tanto, lleva consigo la idea de alma o espíritu. Dentro del pensamiento materialista de Tylor, la religión era definida como la “creencia en seres espirituales”, mientras que el “alma” era una imagen vaporosa que animaba al objeto ocupado. Edgard Tylor creyó que los pueblos africanos “primitivos” imaginaban que el alma era capaz de dejar el cuerpo y entrar en otras personas, animales o cosas, y que continuaba viva después de la muerte. Tylor llevó esta teoría más lejos, afirmando que estos hombres “primitivos” creían que cada objeto tenía su propia alma, dando lugar a innumerables espíritus en el universo.
Para Tylor el animismo trataría de explicar la realidad y su origen lo encontrará en el fenómeno de los sueños y su interpretación. Como en los sueños no solamente se ven seres humanos, sino también animales y objetos inanimados. La conclusión sería que ellos también tendrían un ánima como el del ser humano. Un ánima que podría abandonar el objeto o el cuerpo, y presentarse en el sueño. Pero además el propio sujeto también podría abandonar su propio cuerpo en el sueño para viajar por el espacio. Los estados de conciencia alterados como trances, visiones o las alucinaciones producidas por el consumo de las drogas reforzarían esta idea tayloriana de los espíritus animados. Para Taylor creer en las ánimas es superstición, y la superstición en su mentalidad ilustrada no es otra cosa que religión… Olvida Tylor que la religión y la doctrina de las almas también permiten proporcionar a las personas respuestas a las preguntas fundamentales sobre el sentido de la vida y la muerte, y la bondad o maldad de los actos.
Las ideas de Tylor fueron popularizadas por sus discípulos y desde entonces el animismo se ha empleado para referirse a las creencias tradicionales de África y otras partes del mundo. El objetivo de Tylor era ajustar sus hipótesis a la Teoría de la Evolución, por lo que la noción de estos espíritus (ánimas) fue la base de su teoría de la evolución religiosa. Según esta teoría el animismo vería en cada objeto de la naturaleza un espíritu que lo habitaría. Cada río, árbol, roca o lago tendría un espíritu al frente del cual se hallaría un espíritu principal. De esta idea del espíritu principal se derivaría el politeísmo o creencia en muchos dioses. Por último del politeísmo surgiría el monoteísmo como creencia en un Dios supremo que dominaría sobre todos los espíritus principales. La justificación evolucionista de la religión y su origen materialista estaría, en opinión de Tylor, perfectamente explicado de esta manera. Sin embargo esta explicación no tiene en cuenta otras teorías que argumentan que precisamente el desarrollo religioso del ser humano debió de comenzar en el monoteísmo para derivar hacia el politeísmo y el animismo.
En la actualidad el término animismo es rechazado por los antropólogos y en su lugar se emplea el término de “religión tradicional africana”, ya que en ellas pueden encontrarse elementos religiosos comunes al monoteísmo como los conceptos de Dios, espíritu, divinidad, etc. Además no pueden incluirse en un solo tipo de religión, creencias de pueblos tan distintos y tan separados como los índios de América, los negros de África y las tribus australianas.
Muchos autores ven en la argumentación de Tylor un etnocentrismo centrado en su propia raza europea, presentando una progresión que va desde la religión (cuyas explicaciones sobre la realidad él cree que son subjetivas) hasta llegar a la ciencia, que proveería de explicaciones “objetivas” de la realidad, pero que sólo satisfacen a ciertos grupos.
Otro de los planteamientos evolucionistas de las religiones africanas lo debemos a Herbert Spencer. Para él la religión es una creencia en las fuerzas de la naturaleza que denominará el “mana” y sobretodo en la veneración de los antepasados: personajes ya difuntos que en vida fueron objeto de un respeto extraordinario, de gran influencia y que más tarde son encumbrados de forma espontánea a la categoría de “seres superiores”. Estos seres seguirían actuando en la vida de los vivos después de muertos. Spencer no hace sino repetir la teoría de Evémero de Mesenia (s. IV a.C.) para quien los dioses y la religión habrían surgido como un proceso de divinización de grandes personajes de la antigüedad, personificados en los astros celestes.
Hay que destacar otro de los mitos que se creó y difundió durante el s.XIX para justificar la superioridad racial de occidente: la antropofágia ritual africana. Lothrop Stoddart, discípulo de Madison Grant, caracterizaba a los negros de la siguiente manera:

"La ineptitud política del negro, que nunca va más allá del concepto tribal. Mantiene al África negra como un mosaico de pueblos, guerreando salvajemente entre sí y ampliamente adictos al canibalismo. Entonces, también las religiones nativas son usualmente sanguinarias, demandando una prodigalidad de sacrificios humanos. Las matanzas ordenadas por magos y médicos-brujos negros alcanzan a veces proporciones increíbles". (Stoddart, 1922)


Esta creencia en un canibalismo religioso de los negros llegó a aparecer en la Enciclopedia Británica, que representaba el más reputado compendio del conocimiento científico de inicios del s. XX.

"El canibalismo se encuentra en su forma más simple en África. En ese continente la mayoría de las tribus caníbales comen carne humana porque les gusta, y no por cualquier motivo mágico o por carencia de otra carne animal". (Encyclopedia Britannica, 1911)

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10. EL NAZISMO: LA BIOLOGÍA HECHA POLÍTICA

A lo largo del s. XIX se va generando las bases de lo que constituirá más tarde el racismo nazi. Esta doctrina se apoyará en el darwinismo social, el antisemitismo y en el “mito ario” que proclamaba e intentaba justificar por medio de la ciencia y la historia, la idea de la superioridad de la raza aria (nórdica) con respecto a las demás. Los principales ideólogos serán Alfred Ronsenberg y Adolf Hitler.

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10.1. Adolf Hitler: El racismo como política de estado

Adolf Hitler nació un 20 de abril de 1889 en un pueblo austríaco de Braunauarm-Inn cercano a la frontera bávara. Apasionado lector concurría a las bibliotecas públicas de Viena, donde tomó contacto con la filosofía decadentista alemana tomando como modelos a Schopenhauer y a Nietszche.
Arthur Schopenhauer (1788-1860), heredero de Kant, intento realizar una síntesis entre el pensamiento oriental y el occidental. Su obra está claramente influida por el budismo, “querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor”. En su principal obra “El mundo como voluntad y representación” (1819) postula que la verdadera esencia del hombre se encuentra en la práctica de la voluntad a la que considera el verdadero motor del hombre. Para él “toda satisfacción, o lo que comúnmente se llama felicidad, es, por su naturaleza, siempre negativa, nunca positiva”. Años más tarde Nietzsche llevaría al extremo las ideas iniciadas por Schopenhauer.
Será Friederich Nietzsche (1844-1900) el principal impulsor e ideólogo del pensamiento hitleriano y del nazismo. Este filósofo defendía la raza aria, se declaró antijudío, nihilista y ateo. Visionario del superhombre sostenía que la superación del hombre estaba dada por la voluntad de poder que lo elevaba como especie – la supervivencia del fuerte sobre el débil – clara herencia darvinista.
En Así habló Zaratustra indica que “el superhombre es lo que yo amo, él es para mí lo primero y lo único, - y no el hombre: no el prójimo, no el más pobre, no el que más sufre”. No hay duda que la esencia de las ideas nietzscherianas calaron hondo en el joven Hitler, que pondría en práctica lo esbozado por el filólogo alemán.

"Un decreto bien hecho del destino me hizo nacer en Braumau, sobre el Rhin. Esa pequeña ciudad se encuentra en la frontera de esos dos Estados alemanes cuya reunión nos parecía, a nosotros, obra de la joven generación, que era la obra que deberíamos realizar por todos los medios posibles. La Austria alemana debería volver a la gran madre patria alemana... los hombres de una misma sangre deben pertenecer al mismo reich. Por eso la pequeña ciudad fronteriza de Braumau, se me mostraba como el simbolo de una gran mision"... A. Hitler

Así comienza la obra que entre 1924 y 1925, Hitler redacta en la cárcel de Landsberg del Lech en Baviera, cuando cumplía una condena de cinco años por el fracasado golpe de Estado en Munich el 9 de noviembre de 1923. Hitler se cree un mesías salvador predestinado por el lugar donde nació y con una gloriosa misión que era la de hacer triunfar, contra todas las leyes falsas y artificiales, una ley natural y sagrada: “la ley de la comunidad de sangre”. Hitler se dice “elegido del Cielo para proclamar la voluntad racista del Creador”.
El Mein Kampf es el libro en el que expone su doctrina racista tomando diversos elementos de la tradicción alemana: nacionalismo, xenófobia, pangermanismo, superioridad de los arios, aspiración a un “cristianismo alemán” neopagano y a un “socialismo alemán”, culto a las fuerzas de la naturaleza, mito del superhombre, etc.
La doctrina nacionalsocialista que surge de la síntesis de estos elementos, constituye más que una ideología. En realidad se convertía en una verdadera religión secular en la que se propuso crear un nuevo hombre alemán, sustituyendo en su alma todos los valores heredados del cristianismo, por la teología del arianismo. Para Hitler, la raza era el fundamento de la historia del mundo, de la organización de los estados y de las grandes civilizaciones. Estas serían el fruto de “razas superiores” que crearían la civilización a costa de los “seres inferiores”.

“Una de las premisas más esenciales para la formación de las culturas superiores es la existencia de hombres inferiores…; es indudable que la primera cultura de la humanidad no se debió tanto a la domesticación de los animales como al empleo de hombres inferiores”. Adolf Hitler. Mein Kampf


En realidad no hay nada original en las concepciones raciales de Hitler. En su libro encontramos muchos de los tópicos raciales más ingenuos y extendidos, como la afirmación de que el mestizaje produce descendientes de “inferior calidad racial”, o que la raza aria es la raza superior y la única creadora de cultura.

“El ario es el Prometeo de la humanidad, y de su frente brotó, en todas las épocas, la centella del Genio, encendiendo siempre de nuevo aquel fuego del conocimiento que iluminó la noche de los misterios, haciendo elevarse al hombre a una situación de superioridad sobre los demás seres terrestres. Exclúyase, y, tal vez después de pocos milenios descenderán una vez más las tinieblas sobre la Tierra. ¡La civilización humana llegaría a su término y el mundo se volvería un desierto!” A. Hitler. Mein Kampf

Repite las ideas gobineanas afirmando que “Todas las grandes civilizaciones del pasado cayeron en decadencia, porque la raza original creativa murió, como resultado de la contaminación de la sangre”. Hitler, al igual que los ideólogos anteriores, consideraba que la mezcla de las razas provocaba la degeneración y la decadencia de la raza aria. Creía así mismo, que el pueblo alemán no había podido conservar de manera íntegra sus características arias, por lo que era urgente purificarle prohibiéndole los matrimonios mixtos, para así conseguir en el corazón de Europa un sólido núcleo germánico.

“El proceso de su evolución representa siempre el siguiente cuadro: grupos arios, por lo general en proporción numérica verdaderamente pequeña, dominan pueblos extranjeros y gracias a las especiales condiciones de vida del nuevo ambiente geográfico (fertilidad, clima, etc.), así como también favorecidos por el gran número de elementos auxiliares de raza inferior disponibles para el trabajo, desarrollan la capacidad intelectual y organizadora latente en ellos. En pocos milenios y hasta en siglos logran crear civilizaciones que llevan primordialmente el sello característico de sus inspiradores y que están adaptadas a las ya mencionadas condiciones del suelo y de la vida de los autóctonos sometidos. A la postre, empero, los conquistadores pecan contra el principio de la conservación de la pureza de su sangre que habían respetado en un comienzo. Empiezan a mezclarse con los autóctonos y cierran con ello el capítulo de su propioa existencia. La caída por el pecado en el Paraíso tuvo como consecuencia la expulsión. Después de un milenio, o más, se mantiene aún el último vestigio visible del antiguo pueblo dominador en la coloración más clara de la piel, dejada por sus sangre a la raza vencida y también en una civilización ya en decadencia, que fuera creada por él en un comienzo”. A. Hitler. Mein Kampf

En su opinión el Estado debe tomar medidas para que “únicamente los sanos tengan descendencia” y evitar la reproducción de los enfermos de “sífilis, tuberculosis, enfermedades hereditarias, de los tarados y de los cretinos”. Por otra parte, el Estado velará con medidas políticas para que solamente los individuos valiosos se reproduzcan. Esta política no daría sus resultados de manera inmediata, sino al cabo de unos seis siglos más tarde, un período de tiempo, bastante asequible para alguien que esperaba que el Tercer Reich durara más de dos mil años.

“Sólo existe, sin embargo, un derecho sagrado y ese derecho es un deber para con lo más sagrado, consistiendo en velar por la pureza racial. Por la defensa de la parte más sana de la humanidad, se hace posible un perfeccionamiento mayor de la especie humana.
Un Estado de concepción racista, en primer lugar, el deber de sacar al matrimonio del plano de una perpetua degradación racial y consgrarlo como la institución destinada a crear seres a imagen del Señor y no monstruos, mitad hombre, mitad mono…
Es deber del Estado Racista reparar los daños ocasionados en este orden. Tiene que comenzar por hacer de la cuestión de la raza el punto central de la vida general; tiene que velar por la conservación de su pureza y tiene que consagrar al niño como el bien más preciado de su pueblo. Está obligado a cuidar que sólo los individuos sanos tengan descendencia”. A. Hitler. Mein Kampf

Una selección eugenésica de las parejas destinadas a la reproducción es el objetivo que se plantea Hitler. Una labor unida a una educación ciudadana en las escuelas donde se desanime a aquellos que presenten taras a casarse y tener descendencia.

“El Estado, por medio de la educación tiene que persuadir al individuo de que estar enfermo y ser físicamente débil no constituye una afrenta, sino simplemente una desgracia digna de compasión; pero que es un crimen, y por consiguiente, una afrenta, transmitir por propio egoísmo esa desgracia a seres inocentes”. A. Hitler. Mein Kampf

Esta labor continuada durante al menos seiscientos años aseguraría la venida del “superhombre”.

“Una prohibición, durante seis siglos, de procreación de los degenerados físicos y mentales no sólo liberaría a la humanidad de esa inmensa desgracia sino que, además, produciría una situación de higiene y de salubridad que hoy parece casi imposible”. A. Hitler. Mein Kampf

Hitler arremete, como ya lo hiciera Nietszche años antes, contra todos aquellos valores de la civilización occidental:

“La nación es una invención de las clases capitalistas; la patria, instrumento de la burguesía para la explotación de la clase obrera; la autoridad destinada a producir un material humano de esclavos, y también de guardianes; la religión, medio de debilitar al pueblo para mejor explotarlo a continuación; la moral, principio de estúpida paciencia para uso de borregos”. A. Hitler

Respecto de la política dirá:

"En política triunfa sólo el que es brutal e intolerante; la masa tiene horror a los débiles y a los tibios; la masa se somete a las fuertes, al hombre entero, fanático, que infunde miedo y terror".
"El terror en el trabajo, en la fábrica, en los lugares de reunión y con ocasión de los mítines tendrá pleno éxito mientras un terror igual no le obstruya el camino (...) Si a la socialdemocracia se opone una doctrina mejor fundada, ésta vencerá, aunque la lucha sea dura, a condicion, sin embargo, de que actue con la misma brutalidad". A. Hitler


Para el nacionalsocialismo, al igual que para el comunismo, el individuo no tendría existencia sino en tanto como miembro de una comunidad superior. Una suprema realidad a la que tendría que subordinarse y sacrificarse por entero. Para el nazismo la comunidad será la raza. En el comunismo será la clase.
Hitler sintió hacía los judíos un odio muy especial; quiso tratarles no sólo como raza inferior sino también como contra-raza portadora de todo el mal y de todo lo horrendo de este mundo:

“De modo que ahora creo que estoy actuando en el sentido deseado por el Creador todopoderoso: al luchar contra el judío estoy defendiendo la obra del Señor”.A. Hitler. Mein Kampf

El judío se convirtió pues, en el chivo expiatorio. Para cumplir su destino la nación alemana debe odiar a las demás razas, bien entendido que los no nórdicos son una especie de subhombres, intermedios entre el hombre nórdico y el animal. Se trata de restaurar las fuentes originarias de lo nórdico y alemán y para ello, siendo el cristianismo una religión de origen semita, se imponían como tarea acabar con «los repugnantes principios del cristianismo y de la civilización occidental», inaugurando el nuevo milenio dirigido por el Tercer Reich (Tercer Imperio).
El racismo de Hitler era esencialmente pragmático y requería para su ejecución un plan de acción social en el cual debían de colaborar todas las instituciones del Estado, y en el que los propios científicos se encargarían de dar su legitimación científica. Numerosos investigadores, incluyendo antropólogos, biólogos, historiadores, sociólogos y médicos, se adhirieron voluntariamente y de forma entusiasta al régimen nazi y sus propósitos. Más de la mitad de los biólogos que ocupaban puestos académicos se hicieron del partido, una proporción superior a la media de otros colectivos profesionales. La Sociedad Alemana para la Higiene Racial llegó a tener más de 1.300 miembros, muchos de ellos académicos a finales de la década de los años 30. El método científico se aplicó a cuestiones tales como el diseño de campos de exterminio o al de la gestión de la información personal para optimizar el control de los enemigos del régimen. Los datos aportados por los antropólogos sirvieron para identificar racialmente a los ciudadanos “imperfectos” y permitieron a las brigadas de las SS descubrir judíos no fichados.

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10.2. Rosenberg: El ideólogo del nacionalsocialismo

Pero quizás quien puede ser considerado el principal ideólogo de la política racista durante el gobierno de Adolf Hitler fue el estonio Alfred Rosenberg. Gran defensor de la pureza de la raza conoce a Hitler en 1919, momento en el cual inicia su carrera política trabajando como redactor en el periódico Volkischer Beobachter. Pronto se convirtió en una gran líder mediático. Su pensamiento estaba influido por Houston S. Chamberlain, las doctrinas del superhombre de Nietzsche y la obra de Gobineau.
Al escribir su obra en 1930 “El mito del siglo XX”, expone su concepción de la “pureza racial de Alemania”, convirtiéndose así en el principal teórico de las premisas racistas del régimen nacionalsocialista. En esta obra expone tres conceptos básicos sobre los que se fundamentará la política racista del tercer Reich: la raza, el anticomunismo y el lebensraum o doctrina del espacio vital.
Rosenberg afirma que al concepto zoológico de raza hay que añadirle un espíritu de raza:

“Al aspecto externo del hombre va unido un determinado carácter, una actitud espiritual perfectamente determinada”. A. Rosenberg. Blue und Ehre. 1939

Él insistirá en la idea de la “unidad de cuerpo, alma y espíritu”,

“Sangre y carácter, raza y alma no son más que distintas denominaciones para un mismo ser”. A. Rosenberg. Gestaltug der Idee. 1942.

Pero en todo caso estos tres elementos son de origen material, ya que para él “entre el mundo espiritual y el mundo físico no hay ninguna frontera clara: ambos constituyen un todo indiviso inseparable”. Esta visión inmanentista de Rosenberg constituirá su “síntesis mística” entre sangre y alma, entre herencia biológica y espíritu.
Pero donde destacará Rosenberg será en ser el principal teórico del antisemitismo nazi. Su intención era dar una nueva imagen de la historia de la Tierra y de la humanidad. En opinión de Rosenberg la historia no era más que la lucha entre la raza nórdica-aria y la semita. Llegará a crear una mitología nacional basada en cultos paganos al dios Odín, con inspiración en los místicos alemanes, el pensamiento federiquiano y la música de Bach.
Rosenberg era conocido también por sus ataques al cristianismo considerado como una emanación del decadente orientalismo judaico. Lo declarará causante del colapso del Imperio Romano por el efecto debilitador de la doctrina del “amor” judeo-cristiano que sustituiría al vitalismo antropocéntrico y a las tradiciones de sana vitalidad que habrían predominado anteriormente entre los indoeuropeos romanos de la época romana republicana.
En 1933 asume la jefatura del Servicio de Asuntos Extranjeros del Partido, cargo que empleará para saquear museos, bibliotecas y obras de arte que pertenecían a particulares judíos. Durante la II Guerra Mundial colaboró en el plan de invasión de Noruega organizando el expolio de los tesoros de arte europeos.
Su interés por el ocultismo le llevó a viajar por Francia, Bélgica y Holanda buscando documentos y archivos que refrendasen sus teórías esotérico-políticas. Todo aquel material que contradecía sus tesis era requisado y destruido.
Esta visión neopagana de la religión le lleva a desarrollar un anticatolicismo visceral que llega a convertirse en un anticristianismo. El historiador Honrad Löw presenta un informe de las SS en el que se muestra el anticatolicismo del régimen nazi.

«Es indiscutible que la Iglesia católica en Alemania se opone decididamente a la política gubernamental de oposición al poder hebreo. Por consiguiente, realiza un trabajo de apoyo a los judíos, les ayuda a huir, utiliza todos los medios para apoyarlos en la vida cotidiana, y facilita su estancia ilegítima en el imperio del Reich. Las personas encargadas de esta tarea disfrutan de pleno apoyo del episcopado y no dudan en quitar a los alemanes, e incluso a los niños alemanes, la escasa comida para dársela a los judíos». Konrad Löw «Judíos y cristianos en la opinión de los nazis y en los tiempos presentes» 2002

Nombrado ministro de los Territorios Ocupados del Este (1941-45), ordenó la deportación y la ejecución de millones de personas con el objetivo de germanizar Ucrania. En 1945 fue juzgado por crímenes contra la humanidad en Nuremberg y en 1946 fue ejecutado en la horca.

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10.3. La Rassenhygiene o ciencia de la higiene racial

Durante el regimen nazi la antropología racial (Rassenkunde) y la higiene racial (Rassenhygiene) se convirtieron en campos científicos de gran respetabilidad. El concepto de Rassehygiene, o ciencia de la higiene racial fue acuñado en 1895 por el psiquiatra suizo Alfred Ploetz (1860-1940). El objetivo de esta “ciencia” era la selección adecuada de las parejas reproductivas y la reproducción controlada, lo cual llevaría de manera gradual a una nación más saludable y racialmente deseable. Junto con Ernst Rüdin funda en 1904 la “Revista de Razas y Biología Social”, que es considerado el primer periódico en el mundo sobre la eugenesia. En 1905 funda la Sociedad para la Higiene Racial, a la que añadiría más tarde el término “Eugenésica”. Esta Sociedad tomó el ideal de la supremacía nórdica. Su objetivo era la revisión, por parte de un grupo de “expertos” nombrados oficialmente de los niños recién nacidos. Ellos eran los que decidían si el niño era racialmente aprovechable o tenía que eliminarse inmediatamente.
Fue durante esta época que se promulgaron una serie de leyes de higiene racial. En 1933 la Ley de esterilización que pretendía la prevención de la descendencia genéticamente enferma. Esta ley afectó a unas 400.000 personas. Las Leyes de Nuremberg (1935) definían una ley de ciudadanía, en la que se excluía deliberadamente a los judíos. Se establecía una ley de protección de la sangre, prohibiéndose los matrimonios y las relaciones sexuales entre judíos y no judíos. También se dictaron una serie de leyes de salud matrimonial, en las que se imponía un riguroso examen médico a los jóvenes antes del matrimonio. La ley de la eutanasia de 1939 autorizaba a ciertos médicos a suministrar una muerte piadosa a pacientes incurables. Hacia 1941 habían sido asesinados 70.000 pacientes de hospitales mentales. Ese mismo año se amplió la ley para “eliminar” a las que se llamó “vidas no merecedoras de vivir”.
El Reich trató también de crear una “cultura aria” y para ello era importante inventarse una “historia aria”. De eso se encargó el Instituto Ahnenerbe, que sentaría las bases y fundamentos de un sistema basado en la “Raza aria” como referente. Su tarea fue desenterrar, crear, inventar, robar o falsificar pruebas de las cualidades y prestaciones de la “Raza Aria” hasta la edad de piedra. También se encargarían de divulgar estos “hallazgos” a la población con fines puramente propagandísticos. Para el nazismo los alemanes (puros) descendían directamente de los arios heredando la inteligencia y la brillantez de sus antepasados, y solamente ellos eran capaces de crear cultura. Solo los arios eran poseedores del genio para alcanzar la civilización, crear música, literatura, arte… y solo ellos eran los llamados a conducir a la humanidad por el camino del desarrollo. Todo ello respaldado por pruebas que Ahnenerbe se encargó de inventar y robar a otras culturas en todo el mundo.
El historiador Michael Biddis ha comentado que:

“La historia del mito ario demuestra el poder de la fe sobre el conocimiento… Es posible que en la actualidad oigamos hablar más de caucásicos que de arios, pero la esencia y los errores de la fe en la supremacía blanca perduran”.Michael Biddis

Otros de los paladines de la Rassenhygiene fue el antropólogo Hans Gunther (1891-1968) quien tuvo también una gran influencia en la doctrina racial del nacionalsocialismo. Escribirá en los años 20 una serie de libros populares sobre las virtudes de la raza nórdica. En ellos estimaba que únicamente entre un 6% y un 8% de la población alemana podía considerarse raza nórdica “pura”. De entre estas obras destacará Short Ethnology of the German People (1929) en donde reemplaza la noción vaga del “ario” por la del “nórdico”, que para él era mucho más precisa.

“La raza nórdica es alta, de piernas largas, delgadas y con un promedio de estatura que entre los elementos masculinos supera normalmente 1,74 m. Los miembros son vigorosos y ágiles en su apariencia externa. (…)
El corte de cara de las facciones nórdicas, especialmente en el elemento masculino, da el efecto de arrojo y valentía especialmente a través de los rasgos dominantes de su perfil: su frente, su elevada y distinguida nariz, y finalmente su barbilla prominente. La suavidad de sus facciones da una clar expresión a su fisonomía. En el elemento femenino la barbilla tiene más arco, la nariz es menos aguda y además se une con un rostro no tan prominente. (…)
Si un pintor, un dibujante o un escultor quiere representar la imagen de la determinación, de la decisión o de la resolución, o una característica de nobleza, superioridad o heroísmo humano, tanto en hombre como en mujer, en la mayoría de los casos crea imágenes que son más o menos aproximadamente la imagen de la raza nórdica”. Hans Günther. En Mosse: La cultura nazi.

Mas para Gunther, no es lo mismo germano que nórdico (Klenie Rassenkude des deutshen Volkes). Según Gunther la herencia nórdica total de Alemania, era a lo más un 45 – 50%, datos obtenidos exclusivamente de la observación de rasgos externos como tono de piel, color del cabello, etc. De esta manera divide al pueblo alemán en dos clases, los nórdicos y los híbridos. Estos últimos los describirá como personas bajas, de 170 cm de altura, con un índice cefálico superior al 76, un índice nasal platirrino, pelo trigueño, ojos color avellana o café, de complexión no delgada, labios gruesos, y barbilla no firme. A estos individuos Gunther los llamará bastardos y como tales, ciudadanos de segunda clase e inferiores, al menos físicamente.
Dado que el 95% de la población alemana, asi como casi todos los altos cargos del NSDAP cumplían la definición dada por Gunther de “bastardo”, al partido le era imposible aceptar sus conclusions. El partido, que se había prometido unir a la nación alemana y eliminar las distinciones de clase, aparecía ahora apoyando distinciones más exclusivas. Por todo ello las tesis de Gunther debían ser rechazadas.
Una de las especialidades de Günther fue la identificación física de los judíos. Junto con Fritz Lenz se encargaron de identificar y esterilizar a los Rheinlandbastarde, unos descendientes de mujeres alemanas y soldados africanos que pertenecían a las tropas francesas que ocuparon la región del Rhineland después de la Primera Guerra Mundial.
Precisamente de los judíos decía Günther en su libro Rassenkunde des jüdischen Volkes (Tratado racial del pueblo judío, 1929): Esta raza ha salido del desierto, y su conducta espiritual se inclina a convertir en desierto nuevamente el suelo ya cultivado”.
Respecto de los gitanos Gunther declaró:

“Los gitanos han conservado de hecho algunos elementos de su hogar nórdico, pero descienden de las clases más bajas de la población de esta región. En el curso de su migración, absorbieron la sangre de los pueblos circundantes, debiendo así una mezcla racial oriental, Oeste-Asiática, con una adición de cepas hindúes, centro-asiáticas y europeas”. Hans Gunther. Rassenkunde des Judischen Volteen. Munich 1930.
Otra figura destacable de estas políticas es el genetista Otmar Freiherr von Verschuer (1896-1969) quien orientó sus estudios a demostrar vínculos genéticos entre un individuo y un hipotético colectivo racial de orden superior o Volk al que pertenecería este individuo. En un escrito suyo de 1939 se puede leer:

“Nosotros los genetistas e higienistas raciales hemos tenido la fortuna de ver como el silencioso trabajo del estudio del investigador del laboratorio científico encuentra aplicación en la vida de las personas”. Otmar Freiherr von Verschuer

Von Verschuer fue director de la división "Herencia humana" del Instituto Kaiser Wilhelm en Berlin, en 1934. El mismo declaraba ser el "responsable de asegurar que el cuidado de los genes y de la raza, campo en que Alemania era líder mundial, tuviesen una base tan firme que pudieran resistir a cualquier ataque exterior". De 1936 a 1942 asumió la dirección del Instituto del Tercer Reich para la Herencia, la Biología y la Pureza Racial, en Francfort.
Se trata de un criminal de guerra, que escapó de las persecuciones, a pesar de saberse que él aseguraba la financiación y utilización de los resultados de sus “investigaciones” en Auschwitz. Von Veurscher fue quien recomendó a un joven estudiante que aceptara un puesto de trabajo en el campo de Auschwitz, ya que según él, las posibilidades de investigación allí eran inmensas debido a la diversidad de grupos raciales confinados; el estudiante se llamaba Josef Mengele, quien llegó a ser conocido como el “ángel de la muerte”.
El Ministerio de Salud del Reich creó un Centro para la Investigación sobre la Biología de las Poblaciones y la Higiene Racial. Su director fue el médico y psicólogo Robert Ritter, quien centró sus inquietudes científicas en el tema de los gitanos, a los que clasificó como “portadores de sangre no alemana y gente de orígenes etnológicos enteramente primitivos e incapaces de una adaptación social real”. Junto con su ayudante de campo Eva Justín realizó un estudio de campo extensivo durante la primavera de 1936, realizando entrevistas y exámenes médicos a más de 24.000 gitanos, para recoger datos acerca de su genealogía y genética. Se hicieron clasificaciones raciales en diversos grupos y se propuso como solución a la “cuestión gitana” (Zigeunerfrage) “reunirlos a todos en grandes campos de trabajo y mantenerlos trabajando allí” que se determinó que la mayoría de los gitanos representaba un peligro para la pureza racial alemana y, por tanto, debían ser eliminados.
Los gitanos fueron una fuente de confusión ideológica en la Alemania nazi, ya que, si las ideas sobre la raza aria eran correctas y los gitanos venían originariamente de la India (de donde habrían salido hacía unos mil años), deberían ser, en buena lógica, descendientes de arios. El mismo Heinrich Himmler, famoso por sus desvaríos místico-raciales, creía que algunos grupos de gitanos podían ser considerados arios y por tanto podían tener más valor racial que otros, aunque al final acabaron todos en el mismo saco racial, llevando simplemente una Z de Zigeuner (zíngaro) en los uniformes en el campo de exterminio. Himmler firmó la orden para enviar a los gitanos alemanes a Auschwitz el 16 de diciembre de 1942, desencadenando el Porrajmos u Holocausto gitano.

El suizo germanófilo Otto Hauser (1874-1932) en su obra “Raza y cultura” (1916) dice que los griegos han sido “un pueblo rubio, bien definido, que llegó por sí mismo a una cultura cuyo nivel será admirado siempre, que será siempre ejemplar, mientras circule en un pueblo, en un individuo, sangre nórdica afín”.
Pero las teorías raciales germanas no se dirigen exclusivamente contra los judíos, sino que también hacia gran parte de su propio pueblo, contra los descendientes de la raza alpina, que Günther había rebautizado como oriental. Para Günther la existencia de esta raza oriental, sin talento y sin espíritu creador en el corazón de Europa amenaza la pureza de los nórdicos. El oriental es la negación del hombre nórdico. El oriental es el pacifista nato, el hombre de la masa; de ahí su preferencia por la democracia. No posee ningún rasgo heróico y tampoco presenta ninguna comprensión para la grandeza de la patria y de la nación. Resumiendo, para Günther, los orientales son buenos como súbditos, pero no pueden ser jefes; para ser jefe solo están llamados los nórdicos.
A los alpinos (orientales) se les acusará de incesto y de otras perversiones sexuales.

“La relación sexual dentro del mismo linaje, es decir, entre hermanos y entre padres e hijos, según me informan médicos de aquellos distritos, no serían ninguna gran rareza en los territorios orientales. El alma oriental no conoce quizá el concepto del incesto”. L. F. Clauss: Rasse und Seele

Pero los ataques más virulentos los hará Hauser en “Raza y cultura”, pues considera de ellos que es un pueblo corrompido.

“Por el dinero, todo le es grato. Vendería sin titubear su honor, si lo tuviera. Es el demócrata y el capitalista nato... El oriental es más lascivo que las razas puras y cruzadas. Para él tienen que danzar en el escenario mujeres y hombres desnudos y apretujarse en lo posible; lee con preferencia perversidades y las practica cuando tiene dinero para ello. Esclaviza a la mujer y es esclavizado por ella. Defiende el Individualismo en el sentido que cada cual puede hacer todo lo que quiere, violar niñas y niños, emplear todos los medios en la competencia social, espiritual y política. Y mientras en los demás es regla deportiva no echar mano a las partes sexuales del adversario, practica él, que por lo demás sostiene la liberación de todos los placeres, ese ejercicio con preferencia cuando puede atraer hacia él los genios que le son -a él, típicamente agenial- desagradables, y trata de hacer caer a los adversarios políticos a quienes no puede vencer en lucha honrada”. Otto Hauser: Rasse und Kultur; pág. 69.

Y en otro pasaje de su obra cuenta Hauser a sus lectores:

“En su sexualidad el oriental es vulgar. No se puede estar con él media hora sin que cuente, no sólo anécdotas obscenas, sino sus propias aventuras sexuales, y, en lo posible, también las de su mujer; y las mujeres entretienen a sus oyentes sobre sus dificultades en la menstruación. Su cría llena las paredes de vaginas y de penes, y concierta en los urinarios públicos las citas sexuales”.

Cuando uno lee estos comentarios tiene la impresión de que se está ante un enfermo con inclinaciones perversas que no conoce una sana sensualidad. Esto solo demuestra hasta que punto son capaces de llegar los teóricos de la raza para acusar de algo al enemigo y procurar satisfacer sus deseos políticos. El problema es que este veneno sigue circulando aún a través de libros, foletos y artículos periodísticos por Alemania y Europa, mientras no se le ponga freno.

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10.4. El "cultivo" de la nueva raza

La higiene racial tenía como objetivo la nordificación del país. Esto implicaba que todas las relaciones sexuales de apareamiento debían de operarse bajo el control del Estado. Este control se basaba en dos puntos: por una parte se buscó la esterilización de aquellos “miembros enfermos” de la sociedad. El segundo era el favorecimiento del cruce, fecundidad y educación de los “miembros sanos” arios.

La esterilización de los “miembros enfermos”

El 14 de julio de 1933 se promulgó la “Ley para la prevención de la transmisión de las enfermedades hereditarias”. Esta ley obligaba a la esterilización a todos aquellos individuos que presentaran casos de deficiencia física o mental tales como idiotez congénita, esquizofrenia, insanidad maníaco-depresiva, epilepsia hereditaria, baile de san vito crónico, ceguera hereditaria, sordera y serios defectos corporales. Por añadidura se aplicó a alcohólicos crónicos.
Werner Hoche justificó esta norma sobre la base de que permitía establecer un equilibrio en la política de población de la “Nueva Alemania”.

“Desde el Alzamiento Nacional la opinión pública está cada vez más preocupada con el cada vez mayor descenso de la natalidad… mientras que la familia sana sólo tiene por término medio dos hijos, las familias con taras hereditarias arrojan una cifra media de tres a cuatro hijos por matrimonio. Tal relación corre riesgo de cambiar un pueblo de generación en generación. Ello significa a la larga, la muerte de las familias que atesoran los valores superiores. Quedan en juego por tanto los valores supremos de una raza; se habla del futuro de nuestro pueblo”. Werner Hoche.

Hoche llegará incluso a defender la necesidad de esta ley por el coste económico que suponía la atención sanitaria de estas personas. Coincidía en este punto con el argumento que aportaba el profesor R. Deisz cuando destacaba que el Reich alemán debía de soportar anualmente una carga de 350 millones de RM en gastos de Seguridad Social, de cuyo importe una gran parte venía originado por personas asociales y disminuidos mentales (durch asóciale und geisting minderwertige personen).

El argumento económico también lo empleará Walter Gross (1904-1945), dirigente nazi y jefe de la Oficina del Reich para la ilustración política popular y el bienestar racial.

“El incremento de la parte más sana de la población en los pasados 70 años fue sólo del 50 por ciento, mientras que la enferma y de hecho aquella que se ajustaba mejor a la vida en un asilo, se había multiplicado nueve veces en el mismo tiempo, o sea un 450 por ciento. El cuidado de estos últimos cuesta a la población de Alemania la considerable suma de un billón (mil millones) de marcos al año, mientras que todos los costos administrativos del Reich, las provincias y comunidades cuestan 713 millones de marcos. Era por lo tanto un acto de propia defensa lo que causó que el estado nacionalsocialista promulgara la ley para la prevención de la transmisión de enfermedades hereditarias”. Walter Gross. Pensamiento racial nacionalsocialista.

El 24 de noviembre de 1933, los nazis decidieron que “los delicuentes habituales contra la moral pública” debían ser castrados. En tres años, el régimen nazi esterilizó a 225.000 personas y hasta el final de la guerra hasta 400.000 personas.
En realidad el programa de esterilización masiva no encontró mucha oposición en los países occidentales. Al contrario, las sociedades eugenésicas de Estados Unidos y Gran Bretaña la recibieron son satisfacción. En este sentido los autores alemanes de la ley admitieron que habían reproducido el programa de esterilización que se realizaba en California.
A su vez, las autoridades académicas alemanas dieron doctorados honoris causa a los estadounidenses Leon Whitney, Madison Grant y Harry Laughlin, conocidos por su racismo y por ser dirigentes y miembros conocidos del movimiento eugenésico. Los doctorados se acompañaron de cartas de felicitación escritas directamente por Hitler. Estas manifestaciones de simpatía no suscitaron escándalo en la época ya que las teorías raciales estaban muy difundidas. De hecho hacia 1935 Suecia, Dinamarca, Finlandia, un cantón suizo y varios Estados americanos habían legalizado la esterilización como medida eugenésica.
Mientras tanto, la Iglesia Católica, arriesgándose a una feroz represión, se opuso enérgicamente. La Conferencia Episcopal alemana, reunida en Fulda, respondió rápidamente a la propuesta de ley de esterilización. Para evitar un conflicto abierto, Hitler presentó la ley el 25 de julio de 1933, veinte días después de firmar el concordato con la Iglesia. La ley entró en vigor en enero de 1934. Los nazis buscaron debilitar la oposición católica dando voz a profesores universitarios favorables a la esterilización y, al mismo tiempo, ofreciendo a la Iglesia exenciones para los católicos.

El plan de eutanasia Aktion T4

De la esterilización se pasó al asesinato masivo con el plan que se denominó en clave “Aktion T4”.


El plan de reproducción controlada

La segunda parte del plan de control de la sexualidad consistía en el desarrollo de un plan de fecundidad regulada por el Estado en el cual se incluyó la poligamia. Richard Rudolf en su escrito Geschlechtsmoral (Moral sexual), sostenía que la poligamia consistía no solo en el mejor medio para llevar a las más altas realizaciones la fecundidad de la raza nórdica, sino que además esa era la condición que mejor responde a los instintos polígamos del varón.
Surgió un movimiento denominado “Matrimonio Midgard” fundado por Willibald Hentschel (1858-1947) quien fue discípulo de Haeckel. Los miembros de este movimiento propiciaban la fundación y financiación de colonias especiales en que varones y mujeres nórdicos seleccionados, se dedicarían a la tarea de evitar la decadencia de la raza mediante el apareamiento. A cada hombre le corresponderían diez mujeres. Este matrimonio Midgard (nombre puesto en honor a la esposa de Wotan y diosa del matrimonio en la mitología nórdica) sería una asociación para la preñez y su duración no es extendería más allá del nacimiento del hijo. El doctor F. Dupré defendía en su libro “Weltanschauung und Meruchezüchtung” este “matrimonio temporal” que sólo debería de tener por objeto fines reproductivos. Además un Consejo de ancianos nombrado por el Estado debería de vigilar el desarrollo del plan.

“Las parejas deben ser reunidas solamente con fines reproductivos. Conseguidos estos, serán separadas… El costo de la pulcra procreación estará a cargo del Estado”. F. Dupré

En la misma línea apuntaba Walter Darré (1895-1953), ministro nacionalsocialista de agricultura, en su libro Neu Adel aus Blue und Boden. Darré pretendía someter la reproducción de la nación a una vigilancia continua por la creacción de centros de crianza. Para ello se establecerían libros del hogar y actas genealógicas para todas las mujeres. Las muchachas se dividirían en cuatro clases, a quienes, en base a las actas genealógicas especiales, se les permitiría la reproducción en el matrimonio en conformidad con sus cualidades raciales y su capacidad de concepción, o por el contrario se les negaría ese derecho.
Cualquiera que atente contra la política poblacionista del Estado será acusado de traición a la raza. El 12 de marzo de 1930, se presentó el siguiente agregado al artículo 218 del código penal.

“El que se propone contener artificialmente la fecundidad natural del pueblo alemán en daño de la nación, o fomenta tales propósitos por la palabra, el escrito, la figura impresa o de otro modo, o el que contribuye al empeoramiento y a la descomposición racial del pueblo alemán, o amenaza contribuir a ello mediante el cruce con miembros de la comunidad judía de sangre o con razas de color, será castigado con prisión por traición a la raza”.

El 31 de diciembre de 1931 se autorizó una orden por la cual todos los miembros de las SS que quisieran casarse debían solicitar una autorización especial en una llamada oficina racial. Este documento trataba de preservar la pureza hereditaria de la especie alemana considerada nórdica.

El proyecto Lebensborn

Lebensborn significa "manantial de vida". El proyecto "Lebensborn" era uno de los proyectos Nazis más secretos y aterrorizantes. Heinrich Himmler creó el "Lebensborn" el 12 de Diciembre de 1935 la meta de esta asociación ("Asociación Registrada Lebensborn -- Lebensborn Eingetragener Verein") habría de ofrecer a muchachas jóvenes "racialmente puras" la posibilidad de dar a luz a uno hijo en secreto. El niño era después dado a la organización de la SS cual se hacía cargo de su "educación" y adopción.
Al principio los "Lebensborn" eran guarderías de la SS. Pero para poder crear una "súper-raza" la SS transformó estas guarderías en "lugares de encuentro" para mujeres Alemanas "racialmente puras" que querían conocer y hacer niños con los oficiales de la SS. Los niños nacidos en la Lebensborn eran tomados por la SS y es importante conocer que la mayoría de ellos eran también víctimas de esta política racial…
Desde 1939, una de las más aterrorizantes puntos de la Lebensborn era el secuestro de niños "bienes raciales" en los países ocupados de Europa Oriental. Estos secuestros eran organizados por la SS para tomar por la fuerza niños que coincidían con el criterio racial Nazi (pelo rubio, ojos azules, etc…) Miles de niños fueron transferidos a los centros "Lebensborn" para ser "Alemanizados". En estos centros hacían todo para que los niños rechazaran y olvidaran a sus padres biológicos. Como un ejemplo, las guarderías de la SS trataban de persuadir a los niños de que habían sido abandonados por sus padres. Los niños que rehusaban la educación Nazi eran a menudo golpeados. La mayoría de ellos eran entonces transferidos a campos de concentración (la mayor parte del tiempo a Cáliz en Polonia) y exterminados. Los otros eran adoptados por familias de la SS.
En 1942, en represalias al asesinato en Praga del gobernador de la SS, Heydrich, una unidad de la SS exterminó la población entera de un pequeño poblado llamado Lidice. Durante esta "operación" algunos de la SS hicieron una selección de niños. 91 de ellos fueron considerados suficientemente buenos para ser "Alemanizados" y enviados a Alemania. Los otros fueron enviados a campos especiales de niños (i.e. Dzierzazna y Litzmannstadti) y después a centros de exterminación.

Es casi imposible conocer cuantos niños fueron secuestrados en los países ocupados de oriente. En 1946 fue estimado que más de 250,000 fueron secuestrados y enviados a Alemania. Solamente 25,000 fueron rescatados después de la guerra y enviados de regreso a sus familias. Es conocido que muchas familias Alemanas rehusaron devolver los niños que recibieron de los centros "Lebensborn", en algunos casos los mismos niños rehusaron regresar a sus familias originales; ellos fueron víctimas de la propaganda Nazi y creyeron que ellos eran Alemanes puros. Es también conocido que miles de niños considerados "no suficiente buenos" para ser "Alemanizados" fueron sencillamente exterminados.

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11. GNOSTICISMO Y TEOSOFÍA: ORÍGENES RACISTAS DE LA NEW AGE

La New Age es un movimiento pseudoreligioso actual que defiende un sincretismo de las religiones y una renovación del ser humano a estados evolutivos posthumanos. Pero lo que poco gentre conoce es que la New Age hunde sus raíces históricas en una doctrina racista fundada por una mística rusa llamada Helena Petrovna Blavatsky y que ella misma denominó teosofía. Según ella la historia de la humanidad pasaría por una serie de estados evolutivos en los que los seres superiores estarían llamados a suplantar a los inferiores y por lo tanto a aniquilarlos. En la época de Blavatsky esos seres superiores estarían encarnados en la raza aria, mientras que los inferiores estarían representados por los judíos y negros respectivamente.
Este pensamiento gnóstico tendría una gran influencia en otros dos personajes de la alemania de principios del s. XX: Guido von List y Jorg Lanz von Liebenfels. El primero fundaría la secta de la ariosofía, mientras que el segundo crearía la teozoología.
Todas estas ideas tendrán una gran influencia en el joven Adolf Hitler, que las incorporó en su política racista cuando fundó el partido nacional-socialista alemán, y que luego fue la base de la política antisemita y eugenista del tercer Reich.

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11.1. La "doctrina secreta" de Madame Blavatsky

A finales del siglo XIX van a surgir en el mundo occidental una serie de grupos de signo ocultista que dejarán la clandestinidad y que tendrán una gran influencia en la vida y la política de la sociedad.
Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) será una de las principales figuras en esta corriente esotérica. Aristócrata rusa de origen germano, sus extravagantes ideas inspirarán la doctrina Teosófica que tanta influencia tendrá en la élite cultural del NSDAP (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes). Muchos jerarcas del régimen hitleriano eran teósofos confesos. Esta corriente sería la base e inspiración en el s. XX del movimiento de la “Nueva Era”. La vida de Helena caracterizaría por la estafa y el engaño destinados a crearse una reputación de maestra espiritual que la permitiera aprovecharse de la ingenuidad de los demás.
Helena desde muy pequeña se mostró interesada en el esoterismo, leyendo algunas obras de la biblioteca personal de su bisabuelo que había sido iniciado en la masonería a finales del s. XVIII. En su casa natal llegó a tener experiencias en estado de trance con lo que ella llamaba “espíritus”.

“Era sumamente nerviosa y sensitiva, hablaba en voz alta, y a veces la encontraban sonámbula en los más apartados lugares de la casa y la volvían a la cama profundamente dormida. Una noche, cuando apenas contaba con doce años, la echaron de menos en su dormitorio, y, dada la alarma, fueron a buscarla, encontrándola paseando por uno de los largos corredores y en detenida conversación con alguien invisible para todos menos para ella”.

A los 16 años, y para ganar una apuesta, sedujo a un general del ejército de más de 40 años llamado Nikifor Blavatsky de quien tomaría el apellido. El objetivo de Helena con esta boda era conseguir la independencia de sus padres, pero nunca consumó su unión marital debido a que ella tenía una anomalía sexual en el útero que la impedía mantener relaciones con un hombre. A los tres meses huyó a caballo para refugiarse en casa de su abuelo Tiflis. Durante varios años afirma que viaja por Egipto, Turquía, Grecia, México, India, Inglaterra, Canadá y EE.UU donde contactó con diversas personas ligadas al esoterismo y la masonería. Ella afirmó que había estudiado por espacio de siete años con los mahatmas (maestros) de la India
En 1875 emigra a los Estados Unidos causando un gran revuelo con su habilidad para realizar levitaciones y mover mesas y otros objetos. En Nueva York fundará junto con el coronel Henry Olcott y el abogado William Quan la Sociedad Teosófica. Su ideología pronto se difundió en todos los EE.UU., Inglaterra, Alemania y la India, país al que viajó y donde estableció en 1879 la sede de su secta. De ser una vulgar médium pasó a afirmar que durante sus viajes al Tibet había entrado en contacto con espíritus que guiaban su vida mediante mensajes y cartas. En la India permanecería hasta 1885 con el fin de dotar a sus teorías de un marcado orientalismo. Allí conocerá a Alfred Percy Sinnett, editor del periódico oficial del Gobierno de la India “The Pionner”, contacto que sería muy importante para Blavatsky y la Sociedad Teosófica.
Se inicia en la masonería alcanzando el grado de “Princesa coronada”, el grado más elevado en la masonería de adopción del Rito Menphis y Misraim. En 1887 funda la revista “Lucifer” donde se hablaba del advenimiento del Anticristo para instaurar un Nuevo Orden Mundial. En 1891 muere sola en Londres abandonada de todos sus adeptos.

Las obras esotérico-racistas de Blavatsky

En su estancia en la India escribe Isis sin velo, donde describe los pormenores de una religión de su propia invención. Al igual que otros creadores de religiones, como Joseph Smith, fundador de los mormones, su obra se compone de gran cantidad de plagios de religiones paganas, gnosis, creencias esotéricas y espiritistas, a las que Blavatsky atribuirá un carácter sobrenatural. En este libro describe el desarrollo de las ciencias ocultas, la naturaleza y el origen de la magia y las raíces del cristianismo.
No obstante su obra principal será La doctrina secreta (1888), libro que será la base de la New Age y que está repleta de teorías relacionadas más o menos indirectamente con el hinduismo. La obra tiene un carácter marcadamente antisemítico y anticristiano. En ella llegará a afirmar que el verdadero dios era Satanás (Baal) auténtico benefactor de la humanidad, y que el dios del Antiguo Testamento, conocido por Jehová no era otro que Caín, el primer asesino.
Blavatsky sostenía haber recibido una revelación sobre la existencia de una antiquísima civilización que habría florecido en lo que hoy es el desierto de Gobi, pero que lo habría tenido que abandonar para vivir en misteriosos reinos subterraneos.
En esta voluminosa obra de pesada lectura, describe la evolución humana como una caída desde el estado de gracia divina inicial al materialismo actual. Este proceso evolutivo se realizaría en siete épocas, de las cuales cinco ya habrían sucedió, mientras que las otras dos estarían por llegar. En cada una de estas épocas el ser humano progresaría en una serie de razas, siendo una de ellas la dominante, base de las razas de la siguiente época.
En la primera época, denominada polar, se iniciaría la evolución humana. La tierra permanecería en estado ígneo mientras que la atmósfera era gaseosa. De estas sustancias, los Señores de la forma construirían el primer hombre de cuerpo mineral. En la época hiperbórea el hombre pasaría por el estado vegetal, pues tenía entonces un cuerpo denso y uno vital y una consciencia semejante a la del sueño. En aquel entonces el hombre era bisexual y hermafrodita. La tercera época es la lemúrica. En ella unos arcángeles o “Señores de la mente” ayudarían al nacimiento de la individualidad. La fuerza sexual construiría el cerebro para la expresión del pensamiento. Los negros y las razas salvajes de pelo duro y motoso se formarían en esta época.
En la cuarta época o Atlante se desarrollarían las siete razas en las que se dividirá el género humano. Todas ellas habitarían un supuesto continente, hoy desaparecido, denominado la Atlántida. Las seis primeras serían los Rmoahals, los Tlavatls, los Toltecas, los Turanios, los Acadios y los Mongoles. Para Blavatsky estas razas habrían mantenido relaciones promiscuas con animales dando origen a los atlantes, una especie de monos gigantes sin sentido en el plano intelectual. La séptima raza la formarían los arios quienes se mantendrían puros y por inspiración divina llegarían a dominar el mundo en oposición a cristianos y judíos.
Cada una de las seis razas inferiores evolucionaría mediante mutaciones naturales. La raza aria, en cambio, se transformaría en superhombres por un salto repentino destinado a dotarlos de las facultades necesarias para vivir en un mundo post-diluviano.
Los arios perdieron sus poderes mágicos sobre las fuerzas de la naturaleza y el desarrollo psíquico, en cambio adquirieron facultades de desarrollo cerebral y una “inteligencia superior” a la de las otras razas sobrevivientes descritas como inferiores en cuanto a sus pobres facultades intelectuales y a su herencia genética claramente defectuosa.
En la quinta época denominada Aria, el hombre conocería el uso del fuego y de otras fuerzas, cuyo origen divino se le ocultó intencionalmente a fin de que pudiera emplearlo libremente.
Al igual que en la época anterior, Blavatsky hablará de siete grandes razas que se sucederán en el tiempo y que iniciados en las “artes superiores” darían origen a lo más excelente de las civilizaciones. La primera sería la Aria, continuadora de lo mejor de la época anterior y que daría origen a la civilización India. La seguirían en orden la Babilónico-Asirio-Caldea, la Persa-Greco-Latina, la céltica y la Teutónico-Anglosajona. Faltarían dos razas que estarían por venir en un próximo futuro. En concreto la sexta raza se generaría cuando la precesión de los equinoccios entre para el año 2000 en el signo de Acuario. Solo entonces surgiría el Homo noeticus, u hombre del conocimiento. El resto de las razas deberían de desaparecer en una lucha biológico-cósmica, ya que como dice Blavatsky: “la extinción de las razas inferiores es una necesidad kármica”.
En la actualidad los adeptos de la New Age creen que gracias a la meditación y a otras “disciplinas espirituales” pueden estarse generando esta nueva nueva especie Homo noeticus , más en concreto en California, en oposición al Homo sapiens considerada esta una especie en extinción. Toda la doctrina New Age aparece impregnada de un profundo racismo y antisemitismo. Blavatsky diría de los semitas y más en concreto de los árabes que eran “espiritualmente degenerados”. Alice A. Bailey (1880-1949), seguidora de Blavatsky y principal ideóloga del movimiento de la Nueva Era en el s. XX, afirma que los judíos provienen de otro sistema solar, los orientales y los negros provienen de otra raza-madre (lemures) y que las razas arias occidentales deben controlar al mundo ya que forman parte de la raza-madre más evolucionada.
La doctrina teosófica presenta una actitud hostil hacia los Judíos y presenta un plan de ruta a llevar a cabo en la Nueva Era que se presenta: guerra de religiones, redistribucción forzosa de los recursos mundiales, iniciaciones luciferinas, iniciaciones planetarias en masa, campañas de desarmamiento, eliminación o bloqueo de las ortodoxias religiosas, entre ellas la Iglesia Católica como principal enemigo a combatir.
En el horizonte de la New Age está reemplazar todas las religiones por la Religión del Mundo Nuevo que el Instructor Mundial vendrá a instaurar, unificando así todas las religiones que habrán preparado su llegada. Esta Nueva Religión garantizará la institución de un Nuevo Orden Mundial que permitirá a la Jerarquía (los intermediarios entre los “maestros” y la “humanidad”) tomar el poder, abolir las fronteras e instaurar el desarrollo de una conciencia planetaria y un gobierno mundial.


Repercusiones de la doctrina teosófica de Blavatsky

Los símbolos eran una parte muy importante en la teosofía. Helena Blavatsky adoptó un gran número de signos de diferentes religiones entre las que destacan el “triskel” (esvástica de 3 brazoz) y la “esvástica”. Esta última pasaría a formar parte del emblema de la Sociedad Teosófica. Ella misma explica el significado del símbolo de la esvástica.
“... Los cuatro brazos de la X, o cruz decusada, y de la cruz hermética, indicando los cuatro puntos cardinales, eran bien comprendidos por las mentes místicas de los indos, brahamanes y buddhistas, siglos antes que se oyese hablar de ello en Europa, pues ese símbolo se encuentra en todo el mundo. Doblaron ellos los extremos de la cruz e hicieron de ella su Svástica, ahora el Wan de los buddhistas mongoles. Implica ella que el “punto central” no está limitado a un individuo por muy perfecto que sea; que el principio (Dios) está en la Humanidad, y que la Humanidad, como todo lo demás, está en Él, como las gotas de agua en el Océano, estando los cuatro extremos dirigidos hacia los cuatro puntos cardinales, y por tanto perdiéndose en el infinito.
(...) Pocos símbolos del mundo encierran más significado Oculto real que la Svástica. Es ella simbolizada por la cifra 6. Lo mismo que ésta, señala en su exterioridad concreta, como sucede con la ideografía del número, al Cenit y al Nadir, Norte, Sur, Oeste y Este, en todas partes se ve la unidad, y a esta unidad reflejada en todo y en cada unidad. Es el emblema de la actividad de Fohat, de la continua revolución de las “Ruedas”, y de los Cuatro Elementos, el “Cuatro Sagrado” en su sentido místico, además del cósmico, por otra parte sus cuatro brazos, doblados en ángulos rectos, están íntimamente relacionados, como se muestra en otra parte , con las escalas Pitagórica y Hermética”.Helena Blavatsky.

Los libros de Blavatsky fueron rápidamente traducidos al alemán, alimentando el imaginario de los grupos ocultistas que se formaron en Austria y Alemania antes de 1910. En esos años se produjo la peligrosa hibridación con el racismo Gobineano, el antisemitismo de Chamberlain y el darwinismo social de Haeckel.
En Alemania se fueron creando innumerables círculos intelectuales de seguidores del wotanismo solar, que sustentaban ideas similares a las teosóficas y que reivindicaban las tradiciones germánicas. Estas ideas ocultistas llegaron finalmente a conformar el nazismo a través de dos figuras de gran relieve - Guido von List y Lanz von Liebenfels -, que son los iniciadores de la corriente gnóstica conocida como ariosofía y que serán una reelaboración nacionalista alemana de las doctrinas teosóficas de Helena Blavatsky.
Las teorías de Blavatsky fueron retomadas por Annie Besant (1847-1933) quien las extendió por todo Occidente. En Alemania fueron particularmente bien aceptadas, siendo acogidas favorablemente por el imperio de Guillermo II y originando un movimiento denominado Lebensreform.
Otro seguidor de Madame Blavatsky es Franz Hartmann (1832-1912), el cual fundó un monasterio teosófico en Ascona donde se dedicó a editar traducciones de sus textos. Fundó en 1896 la Sociedad teosófica en Alemania. Tradujo el Bhagavad Gita al alemán y escribió numerosos artículos en su revista Lotusblüten. Donde aparecía la cruz gamada en su portada.

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11.2. La ariosofía de Guido von List

En 1985, Goodrick Clarke publica el libro “las raíces ocultas del nazismo”, gracias al cual sabemos hoy que el guión ideológico del nazismo había sido escrito veinte años antes de Hitler en algunos círculos ocultistas vieneses, especialmente por obra de dos personajes: Guido von List y Jörg Lanz von Liebenfels. Ambos buscaron caminos espirituales en las religiones paganas ancestrales, creando un sesgo esencialmente anticatólico en ellos, que rápidamente se hizo anticristiano y antisemita.
Nacido en Viena Guido von List (1849-1919) es un fiel seguidor de las doctrinas de Helena Blavatsky. Desde muy joven demostró un especial interés por los antiguos dioses germánicos, sobretodo por Wotan (Odín), el padre de los dioses. Con trece años visita la cripta de la catedral de S. Esteban de Viena. Esta visita le causó una gran impresión pues Guido creyó ver en aquel espacio un santuario pagano dedicado a Wotan, anterior al cristianismo germano. Fue entonces cuando se prometió que cuando fuera adulto construiría un templo a Wotan.
Como muchos jóvenes de su edad participa en el movimiento Wandervogel (pájaros errantes) que promovía un íntimo contacto entre hombre y naturaleza a través de excursiones colectivas, así como la práctica de deportes en contaco con el medio natural. Esta actividad influirá enormemente en él descubriéndole los vínculos entre el hombre y la tierra, y despertando en él una gran fascinación por aquellos bosques germanos donde sus antepasados habían combatido. Todas estas experiencias le impulsarán años más tarde a una indagación histórica para descubrir los orígenes de la raza germana.
Por aquel entonces los historiadores poco conocían de los primitivos alemanes. Los pocos datos con los que se contaba estaban en un libro que el historiador Tácito escribió en el año 98 d.C, para alertar a los romanos. En La Germania, Tácito presentaba una sociedad de temibles y austeros guerreros. Entre ellos, la tribu más importante eran los “hermiones”. Guido von List partió de esta palabra para imaginar toda una civilización. Los primitivos eran los “Armanen” y su milenaria religión se llamaba “Armanenschaft”. En ella, List fusionó ideas de la teosofía (la esvástica y la idea de los continentes perdidos), el hermitismo, los rosacruces, los templarios, etc. Con todo ello creó una pseudohistoria germánica, basada en una tradición esotérica que supuestamente había sido reprimida por la Iglesia, los judíos y la modernidad.
Sus ideas encontrarán eco en el mundo universitario ya que parecían estar en sintonía con los ideales völkisch (movimiento popular de signo nacional y racial) que pretendía la instauración de una nueva Alemania que englobara a todos los alemanes de Europa.
List frecuentó los círculos de la Sociedad Teosófica, de la secta zoroástrica Mazdaznan y de la masonería. Su objetivo era crear una élite oculta que guiara a la nación, para ello creó un círculo de diez personas que llamó Hoher Armanen-Orden (Alta Orden Armónica) con los que viajó por toda Alemania en busca de las huellas de Wotan y de los lugares donde la manifestación de la auténtica sabiduría aria pudiera ser apreciada mediante la medición y la fusión con los elementos naturales. Los que le acompañaban contaban que List entraba en trance tocando objetos o que captaba visiones de la antigüedad aria enfocando la mente sobre un lugar.
Fue precisamente en el solsticio del verano de 1875, en el bosque de los Carnutos, cuando tuvo una de sus relevaciones. En ella veía como dos mil años antes un ejército germánico había abatido a las legiones romanas. “De esta “visión acensatral” nacería un relato novelado “Carnutum” en el que con grandes dosis de imaginación relataba la vida cotidiana de los germanos precristianos.
Escribirá el libro “Das géminis der Runen” (El secreto de las runas, 1908), que es un estudio detallado de la Armanen Futharkh y que ha sido considerado como el trabajo pionero de la escritura rúnica en el ocultismo moderno. List creó un nuevo sistema de runas a las que unió otros símbolos como el triskel y la esvástica. Esta última tenía un especial significado para él ya que era una forma solar de energía que se originaba en un centro fijo proyectándose en el espacio-tiempo y que representaba el acto creador de Dios. La cruz gamada ocupaba un lugar primordial en el escudo e iconografía de la sociedad.
Todos estos símbolos los había encontrado List en las catedrales tardogóticas, advirtiendo que la mayoría de los templos cristianos se erigían sobre construcciones paganas anteriores, señalando así los lugares donde se concentraba la manifestación de una energía wotánica que solo esperaba el momento oportuno para ser liberada.
En 1908 funda la Sociedad Guido von List con el objetivo de financiar y llevar adelante investigaciones histórico-religiosas. Para conseguir su objetivo se rodea de todos los hombres importantes del esoterismo alemán y de los países de habla alemana de su época. La Sociedad trabajó para definir un sistema filosófico que debería convertirse en una suerte de teología de la nación alemana en el marco de su política futura. Entre los miembros más destacados de esta sociedad se encuentran activistas völkisch, exponentes de la intelectualidad antisemita, pangermanistas y teósofos como Franz Hartmann. Arthur Weber, Karl Hilmm y buena parte de los miembros de la Sociedad Teosófica y de sus grupos periféricos de carácter naturalista y vegetariano.
Fundó una teología místico-pangermánica que denominó ariosofía o armanismo. List partió de las teorías de la Blavatsky para establecer una renovación cíclica del “cosmos germánico”. Con esta visión milenarista, List veía en los acontecimientos que precipitaban el desenlace de la primera guerra mundial, el preludio del Apocalipsis.
List creía que las enseñanzas del armanismo se habían transmitido secretamente desde los antiguos germanos a la orden de los caballeros templarios hasta llegar posteriormente a los magos del Renacimiento, y de estos hasta su tiempo por medio de las sectas masónicas de los rosacruces. Algunas de las formas herméticas de saber gnóstico las incluyó List en la teología de los Armaden. Cábala germánica, rosacrucianismo, gnosis y enseñanzas másgicas, todas ellas concluyeron en la ideología völkisch con vistas a reencontrar el auténtico significado del antiguo saber germano.
Llegados a este punto conviene distinguir que la ariosofía tiene una forma distinta de entender la mística. Para ellos, el término “místico” no significa la búsqueda de la fusión con Dios como así lo entienden las religiones, sino que significaría “la autorrealización espiritual del individuo integrado a través de la regeneración personal y comunitaria de su pueblo”. Esta autorrealización se realizaría a través de la sangre que sería el vehículo portador de un conocimiento secreto-esotérico que la iniciación debería despertar y hacer consciente. Este hermetismo creará una élite de iniciados que tendría la misión de guiar a la sociedad desde su centro oculto.
Para la ariosofía la humanidad se divide en dos polos opuestos y antagónicos: por un lado está el Ario, por otro el Judío. El Ario es el espíritu que hace que el hombre se alce sobre la faz de la tierra, mientras que el judío es el irus destructor que anida principalmente en los elementos más débiles e insanos de la sociedad.
La ariosofía entiende que la historia de la humanidad es una guerra entre razas. En esta guerra hallaríamos contrapuestos y siempre enfrentados, dos principios o fuerzas antagónicas.
Las fuerzas luminosas de la vida, el vigor, la salud y el orden vertical. Estas estarían representadas por las razas celestes, o de luz, que participan de la divinidad.
Las fuerzas oscuras de la muerte, el cansancio, el vicio, la decadencia, la destrucción y el caos. Representadas estas por las razas nacidas de la tierra, del barro o telúricas.
Todas las civilizaciones, en tanto que creaciones del genio humano, estarían sujetas a la lucha y la alternancia de estas fuerzas, de tal forma que, al igual que lo hace individualmente cada persona, se moverían entre estos mismos principios: las fuerzas de la vida (luminosas) y las fuerzas de la muerte (oscuras).
El wotanismo listiano estaba concebido en dos niveles, según el difundido sentimiento völkisch; como una unión política (pangermanismo) de todos los pueblos de raza aria, con la consiguiente separación y expulsión de las razas no arias, y como la creación de la ciencia oculta de los Arman, quienes ejerecerían como guías espirituales del Nuevo Orden Ario. La jerarquía de dicha élite se estructuraba en tres grados: aprendiz, compañero, y maestro de la Logia. Cada grado estaba caracterizado por un cierto nivel de iniciación en la Gnosis y caracterizado por símbolos y palabras específicas.
List organizó una auténtica sociedad religiosa con el objetivo de especializar posteriormente los grados de los adeptos. Después de los primeros siete años de noviciado, en los cuales se leían sagas tradicionales como los Edda y se recibían enseñanzas teosóficas elementales, los iniciados se trasladaban a otros centros armónicos con el fin de profundizar en el conocimiento oculto, tras de lo cual se convertirían en maestros y eran puestos al corriente de “los últimos secretos de la gnosis”.
Según Joseph Lewis Garilic en su obras “Enigmas de las sociedades secretas”, las metas de arianismo se debían conseguir a través de la corriente pangermanista; es decir, la ideología de Deutschard ubre alles (Alemania por encima de todo) que propugnaba la independencia nacional de Alemania y la unificación de todos los países alemanes en un solo Reich que habría de ser la vanguardia de una nueva Europa. La ariosofía inspiró dos organizaciones que tuvieron mucha influencia en la vida política y social en la Alemania de principios de siglo, y sobretodo en las concepciones místico-ocultistas del régimen nazi: La Sociedad Armónica de Marby y la Hermandad Thule (vinculada esta al partido nazi).

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